Lenta navega la tarde
Hacia el desembarco del crepúsculo.
Mis manos, agitadas olas,
Se acercan y se alejan por tus muslos.
Cálido murmullo de besos
Arranca a la piel susurros.
Entre matices de luna
Ósculos buscan su rumbo
Cobrando aliento los poros
Van ardiendo los segundos.
Como yedras amorosas,
En el crepúsculo semioscuro,
Doble espiral son los cuerpos
Agitados y desnudos;
Caricias, besos, suspiros
Se derraman en diluvio.
Sobre tus pechos mis labios
Cortan inquebrantable frutos.
Las abejas de tus dedos
Mordisqueas mis hombros;
Entre tu labios y pezones
Mis besos desciende y sube.
El viento sopla despacio
Erótico y taciturno.
Conversando con lo perpetuo
Nuestro reloj se entretuvo;
En tus caderas y espalda
Mis besos, más besos diluyo.
Con la pluma de mi boca
En la rosa de tu culo
caprichosos arabescos,
Apasionado, dibujo.
Te giras para mirarme,
tus bellos ojos son un arrullo.
Tersa humedad nos une,
Nadamos entre dos mundos.
Cae en tu ombligo mi aliento,
Busca de ti lo hondo.
Afuera el ocaso
Es un velero extenso.
Sorprenden besos la boca
Que solloza entre tus piernas.
Gemidos de terciopelo
Arropa la pasión de lujo.
Te alejas de lo palpable,
Diosa en su culto;
El alma, con escondida furia,
Estrechas entre los puños.
Sonrisas en la tempestad
Cantan del amor la victoria.
El chaparrón de besos vuelve
A las cumbres de tu senos.
Caricias son tus miradas;
Fértiles tus dedos húmedos,
Me absorben tus torbellinos,
Lágrimas derramo de gusto.
Anclo mi sexo en tu abismo
Y la tarde en el crepúsculo.
El yate de mi deseo
Diriges con suave decisión;
Lo refugias en el puerto
De tu calor más oculto.