Mi carne se quema lentamente,
al rozar tu piel ardiente...
El fuego de esta pasión
devora todo a su paso.
Tus cabellos al viento
y su aroma que siento.
La humedad tuya
impregna mi locura.
El delirio de los cuerpos
de este vaivén nunca lento.
Tus senos de aquí para allá,
me encanta verlos volar.
Tu cintura moviéndose sobre mi,
el ritmo que no tiene fin.
De espaldas, mi amor,
eres un paraíso del Señor.
Las curvas de tus caderas
tanta perfección en ellas.
Esa cola, mi dulce tentación,
mi gran perdición.
El movimiento disminuye,
la sangre y algo mas fluye.
Llegamos al final los dos,
siendo uno, como lo quiso Dios.